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¿Es tan malo el aceite de palma? AECOSAN nos lo aclara

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25 de abril de 2017

¿Es tan malo el aceite de palma? AECOSAN nos lo aclara - La Viña

En el último año el aceite de palma se ha hecho con muy ‘mala prensa’ y en numerosas ocasiones desaconsejan su consumo al considerarlo poco saludable. A pesar de las polémicas cualidades de este producto, es utilizado de forma general en la elaboración de productos industriales tipo galletas, cereales, etc., y nos vemos obligados a consumirlo de forma casi inevitable. Pero si es tan perjudicial, ¿por qué se utiliza tanto en la industria alimentaria? La Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) nos lo aclara.

¿Qué es el aceite de palma y para qué sirve?

El aceite de palma, aunque es de origen vegetal, contiene casi un 50% de ácidos grasos saturados, sobre todo el ácido palmítico. La presentación más utilizada (refinado) no aporta sabor, es muy estable y no se enrancia ni oxida fácilmente. También aporta textura sólida y no se hidrogena por lo que ha sustituido en muchos alimentos a las grasas trans. Además, mantiene bien sus propiedades cuando se elevan las temperaturas por lo que se utilizan en alimentos que se van a freír o que se desean que se conserven en temperaturas más altas.

¿Es peligrosa su utilización?

Este tipo de grasa no es recomendable en el contexto de una dieta saludable, ya que eleva el colesterol y puede favorecer la arteriosclerosis y enfermedades cardiovasculares. No obstante, no existen, a día de hoy, motivos de seguridad alimentaria que justifiquen una prohibición.

¿Cuáles son las recomendaciones de consumo de estas grasas?

En términos generales es recomendable llevar una dieta variada y equilibrada que se conforme con diferentes tipos de alimentos y de distintas procedencias, para que sea rica nutricionalmente. Es importante la calidad de la grasa que se consume a través de los alimentos, y es recomendable una reducción en la ingesta grasas saturadas, limitando su consumo a menos del 10% de las calorías totales de la dieta diaria. Así mismo, se debe favorecer el consumo de grasas insaturadas, preferiblemente monoinsaturadas como las del aceite de oliva.

¿Se está trabajando para reducir la exposición al consumo de estas grasas?

A nivel europeo, se está trabajando en la revisión de los límites máximos de contaminantes generados en el proceso de refinado de estos aceites, de cara a reducir su exposición a través del consumo de aceites refinados. Esto se debe a que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha evaluado recientemente el riesgo de la presencia de 3-MCPD (monocloropanodiol), glicidol y sus esteres, que aparecen en el refinado del aceite de palma, como contaminantes del proceso.

En España, en línea con Europa, desde la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) se está trabajando con la industria alimentaria y otros agentes implicados en la reformulación o mejora de la composición de los alimentos, que consiste en suprimir o reducir algunos de sus componentes o nutrientes como la sal, el azúcar añadido, las grasas saturadas o trans. En este sentido, se está promoviendo el Plan Nacional de Colaboración para Mejora de los Alimentos y bebidas 2017-2020, en el que hay una referencia a la sustitución progresiva y paulatina de esos aceites por otros con un perfil nutricional más saludable.

¿Cómo debe indicarse su presencia en el etiquetado?

Si se utiliza aceite de palma en la fabricación de un alimento, deberá figurar en la lista de ingredientes como tal, por lo que el consumidor siempre tiene la información para poder elegir. El Reglamento(UE) Nº 1169/2011, sobre la información alimentaria facilitada al consumidor, obliga desde diciembre de 2014 a que figure la designación «aceites vegetales» o «grasas vegetales», seguidos inmediatamente de indicaciones de origen específico vegetal. Por tanto, si contiene aceite de palma obligatoriamente esa mención figura en el etiquetado del producto.

¿Qué es la reformulación de alimentos?

La reformulación o mejora de la composición de los alimentos consiste en suprimir o reducir algunos de sus componentes o nutrientes como la sal, el azúcar añadido, las grasas saturadas o trans, pero manteniendo seguridad, sabor y textura.

Para ello se está trabajando con los distintos sectores de la fabricación, distribución, restauración, catering , etc, para que voluntariamente se comprometan a  reformular varios de sus productos sobre todo los más consumidos y/o dirigidos fundamentalmente a niños, y así poder ofrecer a los ciudadanos muchos más  alimentos y bebidas con mejor composición nutricional que,  junto a una información adecuada, les facilite las decisiones y elecciones más saludables, contribuyendo así a la adopción de estilos de vida más saludables.

Fuente: AECOSAN / Redacción: @MargaMCasal


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