Cuidado con el calor y la salmonelosis
|La Salmonella es una bacteria que se desarrolla en el intestino de los animales, incluido en el del hombre y se transmite a los alimentos, por lo que puede ser ingerida por las personas causando una infección llamada salmonelosis que se manifiesta en episodios de gastroenteritis aguda. Los principales alimentos implicados son las aves de corral y carnes de otros animales de abasto, la leche o los huevos… estos alimentos pueden contaminarse en origen y transmitir la contaminación por contacto al resto de alimentos. Esta contaminación inicial puede no resultar suficiente para provocar una infección por Salmonella, pero si no tomamos precauciones este número inicial puede incrementarse rápidamente aumentando así de manera peligrosa las probabilidades de infección.
“Cuando la Salmonella llega a los alimentos puede multiplicarse a una velocidad muy elevada en cualquier alimento siempre que tenga unas condiciones adecuadas de tiempo y humedad. Su número puede duplicarse cada 15 o 20 minutos si la temperatura es superior a 20º C”- Jose Juan Rodríguez, director del Observatorio de Seguridad Alimentaria y miembro del Consejo Asesor del ISHC. Es por ello que si los alimentos no se refrigeran rápidamente el microorganismo se multiplicará, con el consiguiente riesgo para los consumidores.
La salmonelosis tiene gran trascendencia sanitaria, social y económica y es especialmente preocupante entre grupos de riesgo como ancianos, niños o enfermos. Su incidencia es más elevada en verano debido a que las altas temperaturas favorecen su desarrollo, por lo que es en esta época del año cuando tenemos que estar más alertas, aunque siempre deberemos tener presentes las precauciones para evitarla.
Hay empresas como el Instituto Silestone que prestan servicios para ayudar a prevenir la salmonelosis. Para prevenir la infección por Salmonella en el hogar advierte de evitar el principal modo de contaminación: las contaminaciones cruzadas. Las contaminaciones cruzadas se producen cuando la Salmonella se transmite por el contacto de un alimento, utensilio o superficie a otro alimento. Por ejemplo la contaminación existente en un pollo crudo, afectado por Salmonella, pasa en el momento de la manipulación a otro alimento no contaminado en origen. La mejor forma para evitar el contagio es, además de cocinar los alimentos, mantener unos correctos hábitos de higiene en la cocina.
El Instituto Silestone para la Higiene en la Cocina aporta consejos prácticos y sencillos para evitar cualquier tipo de toxiinfección alimentaria en el hogar:
- Examinar el aspecto externo del producto fijándonos que en la etiqueta contenga información referente a los ingredientes, condiciones de conservación y fecha de caducidad.
- No romper la cadena del frío, ya que a temperatura ambiente las bacterias se multiplican.
- No mezclar alimentos crudos con alimentos cocinados para evitar la posible transmisión de mircoorganismos mediante la contaminación cruzada
- Limpiar los utensilios y superficies cada vez que se manipule un alimento diferente, recordando que las manos del manipulador son un utensilio más.
- Cocinar los alimentos mediante tratamientos prolongados a altas temperaturas (fritura, horno, guiso,…) puesto que es el método de higienización más eficaz.
- Recordar que existen productos de limpieza, encimeras, neveras e incluso interruptores que contienen elementos antibacterias que facilitan las correctas condiciones de higiene en la cocina.
Las cifras de contaminación por salmonelosis son mucho más elevadas de lo que se creía hasta ahora, de nada sirve ocultarlo a los consumidores, sino todo lo contrario. El consumidor tiene que poder adoptar medidas de prevención y protección para poder evitar cualquier tipo de infección.
Información facilitada por:
Instituto Silestone para la Higiene en la Cocina.